LOS ALIENS INVADEN EL MUNDO DE LOS COMICS
El gran éxito obtenido por Alien El Octavo Pasajero y su secuela Aliens El Regreso, generaron una inmensa cantidad de merchandising, entre los que podemos nombrar los comics.
El primero de ellos fue la adaptación oficial de la película original que estuvo a cargo de Archie Goodwin en los guiones y Walter Simonson en los dibujos, el cual fue publicado en la revista Heavy Metal.
Posteriormente, debido al estreno de Aliens, la editorial Dark Horse obtendría los derechos de publicación del universo descrito en dichas películas. En los años subsiguientes, saldrían a la venta una enorme cantidad de comics, los cuales fueron escritos y dibujados por varios de los más conocidos artistas del género.
Crítica sobre Alien el octavo pasajero por José
A. Peig (Publicada originalmente en MuchoCine el 17-11-2006 -www.muchocine.net-)
Incluso a finales de los setenta, la idea
de la cual parte ésta absoluta obra maestra del género de ciencia-ficción es
muy poco original: relato de suspense y terror sobre “bicho que persigue y se
come a los humanos”. La novedad se daba con una nueva ubicación del monstruo:
el abismo espacial y en el marco de la visión futurista de los viajes
espaciales. No es suficiente transportar una vieja idea a un nuevo espacio y
tiempo. Es decir, la película de Ridley Scott pudo ser bastante mediocre y,
sobre el papel, poco o nada dejaría entrever.
-ARTHUR SUYDAM- |
Pero el gran logro de “Alien” es la soberbia conjunción entre personajes humanos y entorno físico, entre el penetrante sentido del horror y de lo insólito y la estética del diseño gráfico. Conjunciones al servicio de un relato sobrecogedor por su sentido del suspense, pero también por su poder metafórico, alcanzando una abrumadora textura operística de lo claustrofóbico en los abismos del espacio exterior.
De hecho, el verdadero protagonista de la película no son los perfiles humanos, sino el envoltorio físico y simbólico que los acuna: la gigantesca nave Nostromo. El diseño de la gran nave comercial alude a un enorme monstruo mecánico que vaga en el vacío interestelar, o un gran castillo o fortaleza gótica que aprisiona a sus habitantes. La lucha entre lo humano y lo mecánico está presente en sus diversos estratos.
Véase el inicio del filme: el oscuro vacío del cosmos da paso al engendro mecánico. Seguidamente, la cámara de Scott se recrea en la visualización -mediante travellings lentos y contemplativos - de los pasadizos, cables, chismes, profundidades y artefactos informáticos que significan el alma robótica de la nave. De esta forma, el entorno se configura en auténtico protagonista de la representación visual. Luego, se abre una puerta y se nos conduce a la sala en la cual los habitantes humanos están a punto de finalizar su hibernación en el seno de la fortaleza: no es casual que el cerebro informático que gobierna la nave y dirige la comitiva humana lleve el nombre de “Madre”.
-KELLEY JONES- |
A partir de ése punto, entramos a conocer la vida humana en el interior de la nave con un dibujo de personajes tan simple como eficaz y, sobretodo, diverso y rico en perspectivas: desde la fría introversión de Kane, el sarcasmo y la ironía de Parker y su pupilo, el cientifismo extremo y maquiavélico de Ash, la angustia de Lambert o la autoridad honesta pero dubitativa de Dallas, todo ese conjunto humano aporta una excelente química de decisiones y maneras de afrontar el peligro. O sea, al envoltorio físico se le suma un gran contenido humano, atendiendo a las necesidades de un argumento que no requiere de personajes excesivamente complejos, pero sí deben ser significativos en el enfrentamiento con la situación y el contexto psicológico. Y lo logra.
Más allá de lo humano, el diseño del alienígena y de cada uno de los interiores, rebosantes de una estética a caballo de lo gótico y lo psicodélico, lo abrupto y fantasmal, configuran una atmósfera onírica que acentúa en todo momento el sentido del horror vivido por los personajes humanos. La emulsión claustrofóbica provocada por la asfixiante arquitectura de la nave y la sutil presencia del alien se refuerza en distintos encuadres en los que Scott se cuida muy bien de situar los perfiles humanos en un espacio cerrado de puertas, pasadizos, gases, sonidos, y siluetas fantasmales insinuadas en cada rincón del campo visual -véase la secuencia de Dallas en la búsqueda del bicho a través de los túneles de ventilación: un simple fotograma del perfil de Dallas violentamente recortado y suprimido por el cierre de una de las escotillas, un recurso sencillo pero de gran fuerza expresiva utilizado en ése contexto, lo cual refuerza la punzante dimensión claustrofóbica del relato-. O el gran acierto de no mostrar la totalidad del cuerpo del Alien, acentuando su ambigüedad física a la par con su presencia sutilmente dibujada en los relieves de puertas, muros, techos o paredes) Muy inteligentemente, la propia silueta y textura física del alien se asemeja y se confunde con los tubos que recorren paredes y pasadizos, haciendo que el entorno humano forme una unidad con el entorno mecánico de la nave y el biológico del alien. Es esa perfecta y estimulante conjunción de elementos lo que le otorga su gran singularidad.
En lo metafórico, la dimensión física de la nave, el ordenador “Madre” (su correlato “psíquico“), Ash y el alien son las piezas mecánicas de atenuada racionalidad fría que se enfrentan a la humanidad más acentuada de Ripley y los suyos. La historia gana un fondo áspero y profundamente dramático cuando descubrimos que los verdaderos títeres de la confabulación no son humanos sino máquinas: la muerte de Ash, tan gesticulante, con esos cables violentamente truncados, la sangre blanca saliendo a borbotones y los grotescos ruidos cibernéticos, trasmite con un gran sentido onírico el escalofriante descubrimiento de lo inhumano que se escondía bajo una apariencia de racionalidad responsable. En palabras del mismo Ash, el alien es el ente biológico por excelencia, por su acción destructora sin remordimientos y “sin fantasías morales” que pudieran reprimirlos. Es decir, la máquina perfecta que atemoriza y persigue a quienes ya están presos de la nave Nostromo.
-DENIS BEAUVAIS- |
Así pues, su enorme poder metafórico nos conduce a una consideración tan importante como su excelente realización a nivel de guión, estructura, tonalidad y sentido estético tanto en la esfera narrativa como en la plástica; “Alien”, aparte de un relato de terror, también es una alegoría sobre la deshumanización en la era tecnológica, sobre el ser humano perdido en una inmensidad cósmica de hallazgos en forma de viajes y creaciones tecnológicas, pero desamparado frente a la maquinaria del poder y la inconsciencia de muchos.
En cierto sentido, la soledad y la angustia de Ripley corriendo por el interior de las entrañas de la nave Nostromo, a través de los pasadizos saturados de tecnología, vapores y humos industriales, sonidos estridentes y amenazantes, en un entorno fantasmal en el que no sabes el peligro que se esconde al girar la esquina en cada bifurcación, su soledad refleja la soledad del hombre moderno, más humano que nunca pero cada vez más prisionero de lo mecánico. Y qué mejor entorno que los vacíos abismos del espacio para situar ésta pesadilla moderna.
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